El Calafate (Argentina) - 18/Ene - 395 Km.
Al final todo al revés!!
Para empezar, el día antes de coger la guagua me dijeron que
antes de las 10 de la mañana no hacía mucho viento, así que decidí
despertarme a las 5 e intentar llegar a San Sebastián en bici. En el
hostal apareció Laura, una francesa que también conocí en el
camping de Ushuaia, y decidió probar suerte conmigo.
A las 6 salimos y era un gusto. Sin viento ni coches. Circulando
en paralelo y charlando... ¡Qué lujo!!!! Algo de lluvia, algo de
sol, algo de granizo... lo de siempre.
Ese día ella llegaba a los 15.500 Km pedaleados en su viaje de 9
meses. Hay algunos que juegan la Champion y otros jugamos el torneo
interclase.
A la una el viento se las estaba cobrando. Era tan fuerte que nos
tiraba de la bici. Decidimos bajarnos y empujar, pero hubo un momento
en que en una pequeña cuesta abajo, me dolían los brazos de la
fuerza que debía hacer para avanzar empujando la bici. Decidimos que
los 16 Kms que nos faltaban para el paso fronterizo de San Sebastián eran inalcanzables.
Hicimos dedo y nos paró Pedro. Un camionero encantador que nos
servía mate con las dos manos mientras controlaba su camioncito con las
rodillas. Al final nos regaló un mate (el recipiente) que hacía su
mujer. Para nosotros fue San Pedro!!
Por fin llegamos a la frontera.
Tras preguntarme varias veces si llevaba productos frescos y
firmar una declaración jurada de no llevarlos, el gendarme chileno comienza a sacar
mis pertenencias y entre la comida aparece... ¡¡Un kiwi!!!!
Yo me quedé atónito. El oficial se puso muy serio, decía que le
había mentido reiteradamente y que había rellenado una declaración
falsa. Que introducir fruta en Chile es un delito y que tenían que
hacer el procedimiento para la sanción. Les daba igual que les
explicase que no era mío, que debió ser que al recoger la comida
tras la cena, algún compañero del hostel lo tenía dentro de una
bolsa y yo lo cogí por error. Le demostraba que estaba escachado y
que yo jamás lo hubiese metido en mis alforjas sin estar dentro de un tupper... Todo le daba
igual.
El kiwi clandestino lo "destruyeron" con
productos químicos y a mi me hicieron todo el formulario de la
multa. Al final me trasladaron con el gendarme que tenía que estipular la cuantía de la multa. La mínima eran 300 US$. A este oficial le expliqué de
nuevo el problema y le dije que, por ejemplo, llevaba huevos cocidos
para evitar que se rompieran, cosa que le había dicho al primer oficial
cuando me preguntó, y que no iba a llevar un kiwi para que se
escachase. El hecho de haber advertido lo de los huevos le sirvió al
oficial para constatar que no tenía mala intención. Al final,
resolvió con mi "absolución de los cargo por ser la primera
vez"
Tras el susto, nos esperaba una casa abandonada donde montamos
nuestras tiendas, al amparo del viento, y que nos pareció un hotel
de 5 estrellas. Al final, un día animado!!!
A la mañana siguiente nos despertamos a las 4, para evitar el
viento, pero fuera azotaba una terrible ventolera, así que a seguir
durmiendo y ya se verá. A media mañana decidimos hacer dedo. Al poco, nos pararon 3
brasileños encantadores que subieron nuestras bicis a su pickup.
Nosotros íbamos a acampar en una pingüinería cercana, pero al
llegar estaba azotada por el viento, así que decidimos seguir con
los brasileños. Estos iban hasta Calafate, por lo que cruzamos al
continente (pues Tierra del fuego es una isla) por Punta Delgada y,
de repente, estábamos en Calafate!!!
Ahora nos espera el Perito.